Exposición PAISAJES Y LEYENDAS DE ISLANDIA. 9 de Noviembre de 2013. 16:30 - 22:00. Círculo Catalán en Madrid: Plaza de España, 6; 3ª planta (sala Calders)

Leyendas islandesas

Son muchísimos los atractivos que esta gran isla de fuego y hielo nos puede ofrecer, pero además de sus paisajes, quizás lo que más nos cautivó durante nuestra visita (y uno de los motivos principales de llevar a cabo esta exposición), fue la magia que rodea dichos parajes: elfos, gnomos, enanos y trolls, además de otras extrañas criaturas impronunciables que habitan en las áreas más inhóspitas e inaccesibles del país. Enorme es la cantidad de leyendas locales que hablan de secuestros de sus habitantes, trolls petrificados por el sol o monstruos marinos que se desplazan por el fondo de los lagos, fiordos y ríos de toda la geografía islandesa. Prácticamente,  todos los parajes de interés turístico de Islandia –una diminuta parte, representada en la exposición que podéis visitar– están imbuidos por alguna leyenda o mito relativo a estos seres esquivos y a menudo malignos, lo cual hace la visita aún si cabe más irresistible. Cuando el viajero conoce de antemano estas habladurías populares, la visita a estos bellos rincones se realiza con otros ojos, y la percepción de la belleza natural islandesa se impregna de una caprichosa magia.
Veamos algunos ejemplos:


Los Yule, la versión islandesa de Papá Noel:
En Islandia tienen su propia versión de Papá Noel o los Reyes Magos: los Yule. Se trata de trece traviesas criaturas que sustituyen a Papá Noel en la celebración de la Navidad en Islandia. Se cree que son hijos de Grýla y Leppalúði, legendarios trolls de montaña. En el pasado se les consideraba seres sanguinarios que secuestraban y comían niños en la noche, acompañados del gato Yuletide, al cual se describía como una bestia hambrienta que devoraba a las criaturas que no recibían ropa nueva por Navidad. Con el tiempo, la tradición y la conveniencia les han ido reconvirtiendo en criaturas bondadosas y amables, de manera que a los Yule, en la actualidad, ya no sólo les gusta gastar extrañas bromas a la gente, sino que también depositan pequeños regalos en los zapatos de los niños de buen comportamiento cuando llegan las fechas navideñas. Los Yule descienden de las montañas desde trece días antes de la Navidad, a razón de un Yule por día, a veces vestidos con ropajes medievales y a veces con el traje típico de Papá Noel. Cada día un Yule distinto visita a cada niño, dejándole regalos o patatas podridas, según se haya portado a lo largo del año. La reintroducción de la tradición de los Yule en la memoria popular islandesa se remonta a los años treinta, cuando el escritor islandés Jóhannes úr Kötlum compuso un poema breve llamado Jólasveinarnir que describía el papel de los Yule en el folclore navideño local.


Los trece Yule, son:
  • Stekkjastaur, que persigue ovejas, aunque con sus piernas deformes y rígidas no suele alcanzarlas.
  • Giljagaur, que se esconde en los barrancos, a la espera de una oportunidad para colarse en los establos y robar la leche de las vacas.
  • Stúfur, un Yule diminuto que devora los restos de comida que quedan pegados en las cacerolas.
  • Þvörusleikir, al que le gusta lamer Þvörur, un tipo de cuchara de madera islandesa con el mango muy largo.
  • Pottaskefill, que se lleva los restos de las ollas.
  • Askasleikir, que se oculta bajo las camas a la espera de que alguien se olvide de su askur (un recipiente con tapa que se utiliza en lugar de los platos).
  • Hurðaskellir, al que le gusta dar portazos, especialmente durante la noche.
  • Skyrgámur, que adora el skyr (un tipo de yogur islandés).
  • Bjúgnakrækir, que se esconde entre las vigas del techo y arrebata las salchichas de la boca a los humanos.
  • Gluggagægir, que espía a través de las ventanas en busca de objetos de valor.
  • Gáttaþefur, con una nariz extraordinariamente larga y un acusado sentido del olfato que utiliza para localizar laufabrauð, un pan navideño islandés.
  • Ketkrókur, que utiliza un gancho para robar carne.
  • Kertasníkir, que persigue a los niños para robarles las velas y comerse su sebo.

Venganza fantasmal:
Hace ya unos cuantos años, dos amigos estaban tranquilamente charlando acerca de muchos y diversos temas; uno de ellos, era sobre los cadáveres: uno decía que si se encontrara un muerto, que intentaría enterrarlo; sin embargo, el otro, dijo que para qué, si al fin y al cabo no son más que carroña. Pasados unos días, éste se topó con un cadáver de una mujer anciana, y pasó de largo; esa misma noche, el fantasma de la anciana se le apareció, y, aunque él cogió el cuchillo más grande que tenía para intentar acabar con la figura paranormal, sus esfuerzos fueron en vano. Así, una noche tras otra, el fantasma de la señora aterrorizó al descuidado e insensible amigo.


Cruce de caminos:
Desde muchas colinas islandesas, se pueden divisar cruces de caminos; si estos cruces van hacia cuatro pueblos diferentes, y se consiguen ver las cuatro iglesias de los mismos, basta con sentarse en donde los caminos se encuentran, en Nochebuena o en la noche de Fin de Año; entonces un montón de elfos te rodearán ofreciéndote riquezas y promesas de todo tipo; debes permanecer en silencio e inmóvil hasta el amanecer. Según alumbren los primeros rayos de sol, debes gritar “alabado sea el Señor”; entonces, los elfos se marcharán, y todas las riquezas con las que te rogaron, te pertenecerán. Pero si caes en sus encantos, aceptas, hablas o te mueves, te volverás loco.


El monstruo de Fífusstaðir:
Recientemente, un pesquero, navegaba por las aguas de Fífusstaðir; soltó sus redes, y todos los pescadores se sorprendieron de lo rápido que se llenaron; pensaron que la captura debía ser buena, ya que el peso de las redes, casi volcó la embarcación. Al comprobar las redes, vieron una gran criatura cubierta con algas y conchas; de cuello muy largo y pequeña cabeza, comenzó a escupir contra los pescadores, que sufrieron considerables quemaduras, mientras cortaban la red para liberar totalmente al monstruo.




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